martes, 29 de marzo de 2016

Te necesito aquí.

Lo miraba afeitarse desde atrás, apoyada en la puerta. No quería perderme ni un segundo de su vida conmigo y si parecía una desequilibrada, me daba igual, en parte estoy un poco loca, pero me encanta y a él también. 

En ocasiones me decía: "Eres bipolar" y explotábamos a reír, bendita dulce locura que nos divierte y nos hace llorar a la vez.

Lo amo, tanto que me dan ganas de gritarlo en medio del supermercado, lo amenazo entre risas con hacerlo: "Mira que te dejo en vergüenza eh" y nos echamos a reír mientras se esconde en la sección de congelados.

Es tan increíble y tan insólita la sensación de tenerlo cerca que no puedo dejar de mirarlo mientras conduce y lo miro fijamente, mientras sonrío, vuelvo a parecer una demente pero sigue sin importarme, será porque lo estoy: "Eres precioso, sin duda lo mejor que he hecho en lo que llevó de vida" y lo hago sonrojarse. Me encanta cuando se sonroja.

"Maldito ejército" le digo a la nada mientras lloro de manera desconsolada, en el fondo no lo pienso así pero estoy muerta de miedo. Su trabajo me hace tenerlo lejos, me lo arrebata en fechas especiales, no me deja besarlo y mirarlo mientras le acaricio su pelo rapado al uno y le digo: "Pareces un hippy" y de nuevo, volvemos a reír.

Lo admito, soy una cobarde en el fondo, me aterran los 615 km que nos van a separar ahora, nada en comparación con los 271 km que lo hacían antes.

"Si lo pudimos superar una vez, ¿qué nos va a impedir hacerlo una segunda?" Me dice mientras acaricia mi pelo y hundo mi nariz en su cuello, le contesto: "Los 300 km de más". Reacciona chistando, bien porque le hace gracia el comentario o porque es la hora de la siesta: "No hay nada que no podamos superar, eres la mujer de mi vida. Ahora duérmete que cuando te despiertes lo veras diferente" 

Y así fue, lo vi diferente, aunque ahora que estoy sola lo veo igual o incluso peor ya que no tengo su pecho para resguardarme de mis miedos.

Será que me volverá a tocar dormir para que mañana pueda ver las cosas de diferente manera. 

martes, 15 de marzo de 2016

"Cariño, te prefería barrendero"

¿Cuántas de nosotras habremos dicho esta afirmación? Bueno, si no la hemos dicho estoy segura de que la hemos pensado, yo la he pensado, la he dicho y la verdad es que en muchas ocasiones lo sigo diciendo, así tal cual, o en muchas otra variaciones cómo: "El primer y el último militar, el siguiente me lo busco electricista",  "Cariño, ya podrías haber acabado la carrera, como dice tu madre" o cuando aconsejamos a amigas que conocen a militares: "Uff, yo de ti me lo pensaría, estas a tiempo de salir corriendo, ¡huye ahora que puedes!" Debo de admitir que yo soy la reina del drama y que en verdad no es para tanto (al menos para mi) pero, ¿y lo bien que queda soltar frases así, qué?.

No voy a mentir ni a exagerar, a decir que es duro y que se te escapa la vida en ello (aunque a veces de esa sensación) la cuestión es hacerlo lo más fácil y llevadero posible, echarle un poco de humor y del ingrediente más importante, AMOR, además de muchas ganas y esfuerzo.

A mi hombre y a mi nos unió el ejército, y no porque yo fuera militar, sino porque el era un proyectillo de militar y yo... Pues yo una romántica, de esas enamoradas del mundo militar, orgullosa de nuestros ejércitos y ¿por qué no decirlo? Enamorada del amor militar, de ese que sale en las películas, aunque debo de decir que mi amor militar es mucho mejor que ese.

Hoy mi hombre es un militar de los pies a la cabeza, con fuerza mental y física, sumamente inteligente, entregado y con vocación y amor por su patria y por los que habitamos en ella.
Luchó como un jabato por conseguir su sueño y yo orgullosa, lo apoyé y lo entendí por encima de mis propios sueños, mis convicciones y mis prejuicios, que en ocasiones, tuve que dejar de lado, pero ¿qué es de esas mujer que llevan algo peor que sus novios de repente (o no tan de repente) cambiaran de profesión?.

Conozco muchos casos, que no me voy a parar a enumerar ahora, algunas han resultado relaciones fallidas por esta misma causa, otras son relaciones sanas que han podido superar las dificultades y continúan adelante porque el amor, y no siempre esto, si no la fortaleza de ambos les ha ayudado a continuar.

No juzgo a aquellas mujeres que se tiraron atrás y al final rompieron con todo, ¿a cuántas no nos han surgido mil veces (y seguirán surgiendo) el pensamiento de: "¿Y si cortara con todo esto? ¿Realmente merece la pena tanta espera? Dolería al principio pero de amor no se muere". Negar o evitar pensamientos como este ni es bueno ni tiene que ser sano, somos humanas y cómo ello estamos en nuestro derecho, y necesidad, de dudar pero después recapacitamos y cuando se producen los reencuentros nos damos cuenta de que por duro que sea, vale la pena.

Para las que todo esto les vino de repente, es si cabe más duro que para las que nos gusta, ¿y qué decir de las que son madres, trabajan, estudian, tienen familiares a cargo o todo a la vez? Cada día me doy más cuenta de que no hay nada que el amor y el esfuerzo no consigan, que con detalles del día a día, sin importar lo cansados que estén ellos o lo que nos duela la cabeza a nosotras , se puede hacer muy feliz a nuestra pareja.

¡Por supuesto que la distancia es dura! E igual me atrevo a hablar demasiado (puesto que mi prueba de fuego viene en abril) pero como antes he dicho, el amor todo lo puede y aunque sea una romántica, es cierto. Si nuestras parejas hacen todo lo posible por vernos, nos valoran y nos reconocen, están pendientes de nosotras, de nuestras preocupaciones, se preocupan por llamarnos, por hacernos sentir guapas, sexys y especiales, y sobre todo, por hacernos felices, ¿Por qué abandonarlo todo? ¿Por que su trabajo le exige tiempo y dedicación?¿Qué trabajo hoy en día no exige eso?
Si nada de estas cosas se da, el problema no es que sea militar, sino que no nos trata como nos merecemos.

Cariño, te prefiero militar.


Nuestro amor perfecto.

Querido soldado mío:

Esta noche hemos estado juntos, hemos pasado la noche juntos mi amor, tu no lo sabes pero esta noche te reuniste conmigo en mis sueños. "¡Lo que faltaba!" pensarás mientras te ríes, pues si, viajé hasta dónde tu estás para sólo besarte.

Esta locura mía, tan dulce y tan sana me hace volar hasta ti, inconscientemente, cuando más lo necesito. Esta noche nos hemos besado, nos hemos abrazado y nos hemos amado, lo más increíble de todo es que siento tu olor, el calor de tu piel y el sabor de tus besos... Cuando intento pensarte a lo largo del día, no tengo ninguna de estas sensaciones y me conformo con los recuerdos que nos quedan pero en mis sueños, no te escapas y me consuelo a mi misma que no hay tanta distancia de un lugar a otro del país, ¡JÁ! ¡Qué ilusa soy!.

Después cuando despierto me doy cuenta de que era solo un sueño, y se me queda un sabor bastante amargo en la boca. Enciendo el teléfono con la esperanza de tener algún mensaje tuyo, pero no es así y aunque nunca es así, sigo sin acostumbrarme y este sabor amargo va a más y cuando parece que voy perdiendo la ilusión, veo la fecha en el calendario... Es día 15 y tan solo quedan dos días para vernos, inevitablemente vuelvo a sentir mariposas en el estómago y solo puedo dar las "gracias" en voz alta y no sé muy bien a quién por hacerme sentir esto.

Más tarde, conforme va pasando el día, se me va haciendo más pesado pasarme los días esperando a que estos pasen para volver a reunirme contigo, y la verdad es que me preocupa y me compadezco de mi misma porque parece que me pase la vida esperando a que esta pase. Pero no, no es así, disfruto de cada día pero no es lo mismo sin ti y puede parecer estúpido pero así lo siento.

Puede que me pase tachando días en el calendario, que mis emociones sean una pura montaña rusa (y me encanta) que el ultimo recurso de mi subconsciente para preservar mi salud mental sea regalarme noches contigo aunque solo sea en mis sueños, pero mi amor, nuestro amor es la envidia de muchas de esas parejas aburridas sumidas en la rutina triste del día a día y pagarían millones por sentir la mitad de lo que sentimos tu y yo en el primer beso de nuestro reencuentro.

Y sí, lo sé, sé que no te gusta la vanidad pero deja que me regocije de lo perfecto de nuestro amor y de lo afortunados que somos, pero no porque la providencia este de nuestro lado (que también) sino porque trabajamos día a día en nuestra relación y la regamos, cuidamos y mimamos como si de una preciosa planta se tratase.

sábado, 12 de marzo de 2016

Sonríe siempre.

Una despedida más que se suman a todas las anteriores de las que ya he perdido la cuenta... Otras maniobras, de esas que se hacen interminables aunque solo sean tres dias.

Otra conversación por teléfono en la que se acumulan los "te quieros", los "te echo de menos" y los agradecimientos, cómo si ayudarte en tu camino fuese un sacrificio para mí.

Cuando te oigo reír y hablarme con tanta ilusión de lo que te espera, es cuando me doy cuenta de que cualquier mal momento es recompensado con tu sonrisa.

Otro día que pasa y que se une a los días tachados en el calendario, mientras nos contamos las ganas que tenemos de vernos y nos prometemos lo fantásticas que serán estas vacaciones, que lo serán.

Otra noche sola, que se acumulan a todas las noches en soledad y a las que están por venir. Otra noche en la que me imagino cómo será nuestro reencuentro, la intensidad de nuestro beso y lo maravilloso que será notar de nuevo el tacto de tu piel. 

jueves, 10 de marzo de 2016

Alto el fuego permanente.

Puede que esta sea una entrada polémica o simplemente sea el reflejo de muchos pensamientos que me estén leyendo en este mismo momento, para mi es simplemente una opinión y en ocasiones, una vivencia.
Puede que hayan situaciones peores, iguales o mejores, esta entrada es simplemente la plasmación algunos casos.

En los pocos meses que llevo navegando en el mundo militar me he dado cuenta de algo que me preocupa y es que entre las mujeres de militares existe la ausencia de las madres de militares.

Conociendo algunos casos de cerca, ciertas opiniones y en ocasiones, la experiencia propia he visto que a veces se establece una competencia innecesaria, un cruce de balas y una lucha por quién quiere más a quién, amor que en ningún caso puede ser comparable puesto que no quiere igual una madre que una esposa, al igual que tampoco se quiere igual a un esposo que a un padre.

De antemano debo decir que la madre de mi militar, mi suegra es una bellísima persona, generosa,  y una madre sumamente entregada,  quizás es ese exceso de entrega y de necesidad de protección (completamente comprensible) lo que afecta a su hijo, a mi y a su trabajo, y es que no sé dónde leí alguna vez que: "El ejército no es un trabajo, sino una forma de vida".

Forma de vida, la cual no sé si por edad o por gustos, es complicado que estas madres consigan adaptarse alguna vez y cuando algunas de nosotras nos "atrevemos" a aconsejarlas tenemos que oír comentarios tan desagradables como: "Cuando seas madre lo entenderas", "Las madres somos así, sufrimos porque si" o "Yo soy su madre" entre muchos otros.

Con esto, vengo a expresar mi malestar porque parece que por el hecho de no ser madres o no ser madres de nuestras parejas, estamos exentas de sufrimiento/padecimiento/amor.
Me parece estúpido el hecho de que se produzcan este tipo de competencia, y  ¿por qué no decirlo? Me parece aún más estúpido que entremos al trapo, pero es cierto que, hay ciertas ocasiones en la que es difícil guardar la compostura porque no sé por qué extraña razón la gente no es consciente de que no somos de piedra (aunque a veces quisiéramos serlo).

Cabe también destacar que alguna, en ocasiones ven con malos ojos que apoyemos y animemos de manera incondicional cualquiera que sea las decisiones que tomen nuestros hombres (aunque no estemos completamente de acuerdo con ellos) o que me divierta con algunas de los culeos que mi pareja cuenta entre risas. Parece que lo correcto sea criticar sus decisiones y darles la espalda.

Y nosotras tenemos que cargar con todo esto:  La ausencia de nuestros hombres, la ausencia de apoyo en algunas ocasiones y el nulo reconocimiento con el que contamos.
Nosotras que dejamos atrás todas nuestra vida por seguir a nuestros héroes, que esperamos pacientes dando apoyo y contestando preguntas, las cuales, ni si quiera sabemos las respuestas y encontrándonos una cama fría al final de la noche.

Atendiendo llamadas (algunas también atienden niños), mensajes y visitas que reclaman atención y apoyo, y ahí estamos siempre fuertes (al menos en apariencia) pero no fabricadas del material de una roca.
Dedicando sonrisas y ánimos por doquier y escondiendo nuestra cara inundada entre lágrimas en la almohada al final del día, hasta que, finalmente encontramos la paz en el pecho de nuestro hombre y cuando sentimos su olor y vemos su sonrisa, nos damos cuenta de que todas estas batallas ganadas o perdidas han valido la pena porque la recompensa siempre es la misma.

Con esto quiero pedir (y espero que ocurra) que se de un alto el fuego permanente, que somos amigas y aliadas y entre nosotras, nuestro mejor apoyo, para los momentos más difíciles que aun están por venir. Nos une el amor (nunca comparable por ser diferente) por el mismo hombre, por eso y por el amor sentimos las unas por las otras, ¿por qué no vamos a mentir? Yo quiero a mi suegra y ella me quiere a mi (y me considero afortunada, porqué sé que en algunos casos no es sí) tenemos que respetar nuestros espacios, apoyarnos, ayudarnos y querernos.

domingo, 6 de marzo de 2016

No te vayas.

No, no te vayas todavía que aún no he podido saciar mi sed de ti, aunque es cierto que ni todos los besos del mundo lo conseguirían. No, no te vayas todavía, que aún no se ha quedado tu olor grabado en mi piel ni en mi cerebro, mis manos no te han tocado lo suficiente como para dejarte marchar, no, no te vayas.

No, mi amor, no te marches, ya sé que ya es domingo a medio día y tenemos que despedirnos, pero aún no te he visto reír lo suficiente ni hemos hablado de todas las tonterías que teníamos pendientes. Es posible que ahora esté siendo un poco frívola pero no quiero oír hablar de otra cosa que no sea nuestro amor.

Ay amor, hubiera vendido mi alma al diablo por poder parar el tiempo anoche, abrazados en nuestro templo, tu y yo. Qué se rompa el mundo en mil pedazos y que no nos molesten pero no mi amor, no te marches, no seas tu quién lo arregle, solo ocúpate de arreglar el daño que causa en mi tu ausencia cada noche, cúbreme de besos y de caricias, pero por favor, no te vayas.

No, no te marches, no se si voy a poder aguantar en pie mucho tiempo más, esta guerrera incansable se derrumba cada vez que te tiene cerca y se hace más fuerte cuando te vas, pero por favor, no te marches. 

No mi héroe, no te vayas, no dejes que me inunde el frío todo mi cuerpo y no dejes que la soledad y las pesadillas me acompañen en las noches, ¡maldita sean! ¡Lucha contra ellas, llévatelas lejos! Pero tu, mi amor, quédate a mi lado siempre.

No, no me des el último beso de la semana, ni me dediques la última sonrisa, no, no me mires así porque creo que en cualquier momento voy a hacerme pequeña para caber en tu petate e ir contigo allá dónde vayas tú, no temas porque eres y seguirás siendo mi máximo orgullo y seguiré admirándote cada día más.

Cada domingo, una parte de mi se va contigo y me la devuelves el viernes, un poco resquebrajada, pero sigue entera y la arreglamos juntos con mucho amor y mimos. Está como mi alma, que parece que se vaya romper en cualquier momento, ella se queda conmigo, pero vive inquieta el momento de volverse unir con la tuya, para que ambas fluyan juntas.

Mi amor, tu que eres capaz de enfrentarte a los miedos más terribles, tu que eres un héroe imparable, mi salvador, capaz de hacer magia con tan solo una mirada, haz que pasen rápido los días y únete pronto de nuevo conmigo, para amarnos de nuevo cómo si no hubiese un mañana, para jugar como niños, para protegernos como hermanos... Para ser nosotros mismos.


jueves, 3 de marzo de 2016

Tú, mi locura.

Voy cargada de ropa limpia para doblar cuando paso por al lado de tu foto, colocada en la estantería, me quedo mirándote fijamente y empiezo a hablar con ella, ¡creo que estoy perdiendo la cabeza! Llevamos varios días sin hablar y empiezo a reprocharte lo duro que es esto, cuánto tiempo paso sola y cuántas son las cosas que tengo que contarte y las ganas de verte y besarte, cojo un calcetín que llevo en la mano para quitarle el polvo al cuadro, le doy un beso y lo vuelvo a dejar en la estantería. Irremediablemente no puedo contener la risa por lo ridícula de la situación y decido reírme a carcajadas, definitivamente, ¡me estoy volviendo loca de atar!.

Será que no oír tu voz, no verte reír y sentir el tacto de tu piel me hace perder la cabeza, casi tanto cómo cuando me acaricias y me besas cómo tu lo haces.  No sé por qué será pero cuando tu no estás me asaltan continuamente las ganas de dormir, será porque te veo en mis sueños.

Odio la horrible sensación de no tenerte en nuestra cama, de no poder abrazarte fuerte contra mi en tus pesadillas y no poder arroparte cuando me despierto tan temprano como siempre. Tampoco soporto el no haber hablado contigo en días, responder preguntas que ni yo misma sé y no poder contarte todas las cosas geniales que me pasan, los pensamientos que tengo al cabo del día y cantarte en voz bajita, cuando pienso que lo hago bien y hacerte reír, ¡cómo tanto me encanta hacer!.

No aguanto saber que no estás durmiendo bien, que estás pasando frío, pero aquí me mantengo, firme y fuerte, como una roca, impasible, aunque el tiempo erosione mi piel, no importa, no me pienso rendir, mientras tanto los recuerdos son mi alimento y sueño con el momento de nuestro reencuentro.