jueves, 12 de mayo de 2016

Sé que me ama.

No está siendo nada fácil, y con esta afirmación os resumo los 18 días que estoy sin él (y los que están por venir) y ahora que hago el recuento (nunca antes lo había hecho) me parezco la persona más ridícula del mundo puesto que, al fin y al cabo, solo han pasado un par de semanas y algunos días pero nunca imaginé que el tiempo podía pasar tan tan tan despacio...

Y aquí estoy, sentada frente al ordenador sin saber muy bien que escribir, pero con la necesidad de hacerlo, cumpliendo con la rutina de cada día a ver si las horas pasan más deprisa, pero no lo hacen, haciéndome preguntas para las que no tengo respuesta, haciendo preguntas cuyas respuestas no siempre me gustan y respondiendo preguntas que cada vez me molestan más: "¿Qué?¿Cuando os vais a ver?" o "¿No te dijo que vendría cada dos semanas?" en las que se cuestionan su amor por ti.

¡Que sabrán aquellos que afirman lo que no conocen! Solo por todas las dudas e inseguridades que soporta, sé que me ama, por seguir ahí al pie del cañón cada día, se que me ama, por dedicarme dos minutos de su tiempo (que es oro) sé que me ama... Y aunque acabe por colgarme sin más respuestas que darme, sé que me ama.

Lo sé, porque yo también lo amo a él, y aunque me faltan las fuerzas, ahí estoy, muerta de miedo, pero en parte llena de ilusión por un verano fantástico que esta por venir, pero aún así, no puedo dejar de sentirme mal porque la mente (y la falta de sus besos) juegan muy malas pasadas, llega un momento dónde parece que solo me quedan reproches, que ya no tengo más palabras de apoyo que darle, que las conversaciones de dos horas, se llenan de cuestiones de trabajo y se dejan los "te quieros"para más tarde, pero es que, ya estamos cansados de decirnóslo por teléfono, nos necesitamos frente a frente, aunque los astros se empeñen en no dejar que nos veamos pronto.

Ese momento en el que todas las cuestiones negativas se abren paso con la fuerza de un tsunami frente a las cosas positivas, y todas esas cosas bonitas que se han dicho, llenas de ilusión y de un futuro próspero quedan apagadas, ¿soy la única a la que le ocurre esto?.

No, sé que vosotras bien conocéis esta situación, al igual que tampoco soy la única que se refugia en su cama mientras se abraza a sí misma para darse consuelo y se repite: "Todo saldrá bien, es cuestión de tiempo, el agua volverá a su cauce, es cuestión de acostumbrarse".

Echo de menos a mi hombre, echo de menos pasar la mano por su cara afeitada y mirar sus pequeños ojos, echo de menos decirle: "te amo" a la cara, besarlo, posar mi nariz en su cuello, e incluso discutir con el frente a frente para después dar paso a una reconciliación increíble.

Echo de más (si es que existe ese término) el teléfono, las discusiones inevitables, en ocasiones, por la distancia, las malas pasadas de la mente, los dedos justicieros de la gente, dormir sola, las malas noticias, ser tan exigente conmigo misma y con los demás, todo eso me sobra.

Pero sé que me ama, lo sé porque aunque no pueda verlo, sé lo que pasa por su mente al igual que sé que se muere por verme, hoy solo podemos tachar días en el calendario, y hacer esto lo más fácil posible, mientras tanto...  Te sigo esperando.

viernes, 6 de mayo de 2016

Segundas valoraciones: Nosotras mismas, en ocasiones, nuestras peores enemigas.

Iba andando inmersa en mis pensamientos cuando de repente me choque de bruces con una amiga, ex amiga o yo que sé qué, de toda la vida, no sé si bien por la sorpresa de vernos o por lo incomodo del momento, nos saludamos rápidamente sin apenas mirarnos y continué con mi camino. Pensaréis por qué os cuento esto, pues bien, tiene su explicación.

Irremediablemente sentí una mezcla de vergüenza e incomodidad. Por cuestiones de la vida, de los estudios,  los cambios que sufrimos a lo largo del camino, se dejan amistades atrás, las cuales en ocasiones parece que o ellas se estancan, o es que yo vivo a otro ritmo, no sé. La cuestión es que hacía varios años que no hablábamos, lo cierto es que tampoco eramos muy amigas pero si nos conocíamos bastante puesto que eramos compañeras de clase, ella paseaba con su novio de toda la vida, mientras yo lo hacia sola y con prisa, como empieza a ser costumbre en mi

Realmente nunca me importó demasiado ir sola por el mundo, "mejor sola que mal acompañada" dicen por ahí y estoy muy de acuerdo, tampoco nunca me importó demasiado lo que pensara la gente pero de unos días a esta parte parece que esta es parte de mi estado de animo.

Estas dos semanas de distancia están siendo muy difíciles, nos hemos distanciado en la distancia y parece que ahora, empiezan a mejorar las cosas. Son etapas, inevitables no sufrirlas, ¿quién dijo que iba a ser fácil? Pero tantas veces que dije que el amor todo lo podía, estos días lo llegué a dudar, incluso llegué a arrepentirme de haberme embarcado en esta aventura y ahora, que empiezo a ver la luz al final del túnel (aunque suene muy dramático jajaja) me doy cuenta de que todas estas cosas venían dadas por el miedo de perderlo, sin darme cuenta que con mi actitud lo estaba perdiendo.

Mi hombre es el eterno paciente, que ha sabido (mejor que yo) afrontar estas dos semanas tan duras y mi carácter tan difícil, hoy solo puedo agradecerle (una vez más y desde aquí) haber tenido y tener tanta paciencia conmigo.

Hoy puedo decir que las malas épocas vienen y van, que el amor SI que lo puede todo, que lo que no te mata te hace más fuerte, que las discusiones se deben de evitar a toda costa, que estas cosas fortalecen la pareja y que aunque nos sintamos solas e incluso andemos solas por la calle , no lo estamos.