martes, 25 de octubre de 2016

Mi diamante.

Querido amor mío:
No sé muy bien por dónde empezar, miro tu foto, esa que tanto me inspira y un escalofrío recorre mi columna de extremo a extremo... ¿Que tal si empezamos por el principio?
Lo primero es decirte que te quiero, aunque eso no es nada nuevo, ¿no? Si por algo se ha caracterizado nuestra relación siempre es que ha estado llena de sentimientos, buenos, malos y regulares, pero sentimientos porque si yo algo he querido ser en esta vida, ha sido un terremoto de emociones y lo he conseguido, sino que te lo digan a ti.
Se que hemos tenido momentos mejores y peores, que no siempre he estado a la altura de las circunstancias y que más de una vez (y más de mil) he conseguido crispar tus nervios y tu paciencia eterna, pero a la vez te he llenado (y te llenaré) de alegría la vida, te he emocionado en el mejor de los sentidos, he conseguido que bailaras y te partieras de la risa, esa risa que me da la vida.
Hemos compartido las aventuras más geniales, decenas de viajes y paisajes, confesiones y secretos hasta las tantas, risas y lágrimas y las mejores noches de nuestras vidas, y las que están por llegar.
Hemos visto lo mejor y lo peor del otro, pero ahí seguimos, dispuestos a comernos el mundo, o quizás el mundo se nos coma a nosotros, que más da mientras sea contigo.
Mientras tanto seguiré cobijándome bajo de tu brazo cuando veamos una película de miedo o Cuarto Milenio, mientras te pediré sollozando que cambies de canal y seguiré mirándote mientras duermes y oliendo tu pecho a traición mientras me apartas entre risas, tu  puedes reírte de mis torpezas desde las caídas hasta cuando tire media docena de huevos al suelo o se me queme (o caiga, en su defecto) una pizza, también podrás renegarme cuando no te deje dormir o no pare de hablar o cantar
No podemos cambiar quienes somos porque nos enamoramos de lo mejor y de lo peor de nosotros mismos, pero estamos consiguiendo pulirnos como si de un diamante en bruto se tratase, y de eso se trata y no, nunca podré dejar de tener celos porque eres tan sublime que te quiero para mi, para siempre, siempre mío. 
Eres mi diamante, aquello más preciado por lo que daría todo lo que tengo y todo lo que soy.

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